domingo, 30 de enero de 2011

San Juan - San Expedito en tándem.

Nos propusimos hacer los 206 km que une San Juan con San Expedito, zona totalmente desértica.
Para ello preparamos todo el equipo: carpa, bolsas camas, bebida, comestible, un total de 25 kg de equipaje. El calor de esta zona es superior a los 40° – 45° y esto nos obligó a salir muy de madrugada.

Justamente ese día el Dakar Argentina- Chile 2011 se realizaba en nuestra provincia y nos encontramos con la caravana de autos y de auxilios que transitaba la ruta N° 20 más todo el público que no quería perderse este importante evento. Paradójicamente logramos recibir el aliento de los mismísimos corredores cuando nos veían subir la empinada Cuesta de las Vacas. No podía ser de otra manera, de aventurero a aventurero.


Salimos de madrugada con la idea de hacer nuestra primera parada en la Difunta Correa. El día se presentó maravilloso, sin viento y con un espectáculo nada habitual ya que el tránsito ininterrumpido de vehículos del Dakar lo hacía algo especial y totalmente distendido. A eso le sumamos el público apostado al costado de la ruta quienes sacaban fotos, saludaban y alentaban a los corredores, y en medio de todo esto, nuestra tándem también “ligó” el aliento y el entusiasmo de la gente.
En nuestro andar desde San Juan hasta Caucete nos sorprendió la cantidad de banderas argentinas flameando a la vera de la ruta.
Nos acompañamos mutuamente con el Dakar hasta más allá de la Difunta Correa por la Ruta, luego nos separamos, ellos se internaron en las dunas del desierto de Vallecito y nosotros continuamos por la 141 hasta llegar a San Expedito.

Mi compañero pregona en forma permanente el cuidado de la hidratación: “cada 45 min a una hora es conveniente tomar liquido como también algo de comida. No esperar a tener sed para hidratarse”. En este caso llevamos sobrado líquido entre agua y bebida isotónica para cubrir los 60 km de desierto que nos separan de la Difunta Correa donde repondríamos. Sin embargo, esta vez: Se le escapó la burra para el parral! y sufrió una deshidratación que lo dejó sin energías y sin ánimo para continuar, siendo víctima de lo que siempre anuncia que no nos debe suceder.
En este estado continuamos hasta San Expedito con el agravante de sufrir dos pinchaduras (la última bajo el cartel indicador que faltaban 10km para llegar), siendo estos imponderables los que nos retrasaron el arribo a destino.

Al llegar a San Expedito almorzamos en el camping y nos encontramos con un lugar dedicado exclusivamente al turismo religioso, visitado todo el año por muchísimos promesantes.
Después de comer, aprovechamos para recorrer el lugar. Un pueblo antiguo, que se formó alrededor del ferrocarril, y cuando éste dejó de pasar sobrevivió gracias a que el sitio se transformó en pueblo religioso. Con mucho calor, casas de barro y caña, casi sin árboles, muy agreste. El agua es escasa y la obtienen gracias a un sistema de cañerías que viene de Nikizanga.
El plan original de pasar la noche en carpa en el camping, cambió por el de rentar una habitación sencilla ya que mi compañero no se encontraba en buen estado de salud. Decisión por demás acertada. A la comodidad del cuarto le sumamos la amabilidad de sus dueños, completamente distinta a la mala atención recibida en el camping.





Después de pasar una cómoda noche y de descubrir que no teníamos más cámaras sanas (de las tres que llevamos de repuesto teníamos dos pinchadas y una con la válvula rota) tuvimos que emparchar a pesar del estado deplorable de mi capitán.
Es necesario hacer el comentario que en estas rutas de desierto, el viento arrastra las espinas de los algarrobos a la vera de la ruta, por lo que el riesgo de pinchar es muy alto, cosa que nos sucedió a mitad de camino entre San Expedito y la Difunta Correa.
Como la pinchadura no era mayor y tardaba en desinflarse continuamos con la misma inflándola cada tanto hasta que no se pudo más y decidimos cambiar la cámara.

Y así, con esta mochila de inconvenientes mecánicos y de salud, llegamos a la Difunta Correa. En este trayecto con encontramos con una pareja de porteños que venían en sus mountain desde Valle Fértil y de recorrer nuestra provincia. Charlamos un rato intercambiando interesantes experiencias. Ellos se hospedarían en el hotel de la Difunta y nosotros continuaríamos con nuestro recorrido, no sin antes haber hecho arreglar una cámara.

Estos últimos 60 km fueron muy sufridos.
Por las distintas demoras nos sorprendió la hora de la siesta en plena ruta, en plena marcha, en pleno desierto y con el estado de deshidratación de mi compañero cada vez peor.
Sin embargo, no dejamos de cumplir el objetivo y esta etapa fue de total aprendizaje, ayudándonos a forjar el temple, la tolerancia y el compañerismo.

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